Allá en la lejanía oigo voces que dicen que ya es mi hora, que será mejor que todos se preparen, siento que todos corren. ¿Mi hora para qué? Yo sólo sé que esto está oscuro, muy oscuro, tan oscuro.
No sé ya cuánto tiempo llevo así, como flotando, sumergido en viscosidades lejos y cerca de todo. Yo siento como si fuera toda una existencia, como si nunca hubiera conocido otra cosa. Veo una luz, ¿acaso esa luz representa la supuesta hora que me toca? Es como un túnel muy largo y al final una luz, primero tenue, luego cada vez más intensa y ahora deslumbrante y hechicera. Me tienta, me invita a ir a ella, a zanjar el camino y sumergirme en su brillo, no sé, parece amigable pero me da miedo. Siento que no hay regreso, que si me dejo llevar por ella no podré volver, me da miedo. Para bien o para mal ya conozco esto, ¡mi mundo!, mejor me quedo. Pero es que me tienta.
Ya no sé qué hacer y al mismo tiempo presiento que mi voluntad poco tendrá que ver con lo que está por sucederme. Es cierto, estoy cansado de estas tinieblas, de oír voces a medias, ruidos que me asustan, impetuosos o penetrantes, y no poder ver. Escuchar sonidos agradables y melódicos cuya fuente tampoco puedo identificar. Pero, ¿cómo estoy seguro de que allá estaré mejor que aquí? He aprendido a saber quiénes están cerca de mí, quiénes me quieren y quiénes me esperan, lo desconocido me aterra. Otra vez esa luz, ya no sólo me invita, prácticamente me fuerza hacia ella. Ya no estoy seguro de que sea amigable. Por favor denme más tiempo, ¡déjenme pensar!
No entiendo la prisa, llevo en este letargo tanto tiempo y ahora todo es prisa. Y esa maldita luz que me aturde los ojos y el pensamiento, y este cuerpo mío que no responde a mis mandatos se revela contra mí lanzándome al brillo. Hubo momentos que deseaba con ansia hallarme en medio de esa otra vida que ya presentía su existir tan cerca de mí. Pero ahora solo quiero el calor de lo conocido, amo esto poco que me rodea y no quiero ser privado de ello. Esa luz… ¡No quiero! ¿Qué ha pasado con mi voluntad? Digo que no quiero. Ordeno que no quiero y ya estoy a medio túnel, a punto de finalizar el camino…¡Oh! ¡Dios! Me invade la luz, nada puedo hacer, ya estoy rodeado de ella.
Tanta agonía y esto fue todo. Ya pasó todo. Veo el mundo. Acabo de nacer…