He de reconocer que con esta maternidad estoy más relajada que con Mar, el stress de la primeriza ya pasó. No tengo esa presión de que si no lo hago todo yo no va a saber que soy su madre. Eso por supuesto no quita que me ocupo de ella, la apapucho y le cambio varios pañales aunque aun no me mido con el baño tan chiquitita. Pero tengo una enfermera y esta vez estoy sacando buen provecho de la situación. Entre otras porque con dos hijas es lo mejor que puedo hacer.
Así mis días pasan entre darle pecho a Ana y correr a atender a Mar para que no sienta que toda su vida está trastocada. En la mañana despierto a Mar como siempre y la acompaño a coger el bus y corro a darle pecho a Ana, de ahí aprovecho a salir un rato. ¿Salir? Pues sí, por mi salud mental no puedo pasarme un mes encerrada en mi casa sin más en la cabeza que el bebe como hice con Mar. Al punto que básicamente solo conversaba con la enfermera y la empleada y ésta última me llegó a comentar que ella le decía a sus amigas que “la señora es super amiga mía, es como si fueramos hermanas”. Ni más que decir que lloré por tres días…
Al medio día está la otra lactancia y así despierto a Mar de la siesta y juego con ella hora y media hasta que se va al parque, casa de la amiga Sofía o de su primo Adrián. Ahí me doy un respiro hasta que me toca de nuevo pecho y ya llega Mar y me dedico a ella viendo Dora la Exploradora abrazadas, el baño y acostarla a dormir. Cuando Ana esté más tiempo despierta las pondré a pasar tiempo juntas para que interactúen y compartan atención. Por ahora son las 9.30 cuando salgo del cuarto de Mar a chequear como va lo otra y acostarme a dormir para la parada de media noche de lactancia…. Ahora ando viendo como organizo mejor con la lactancia de la noche porque el sueño interrumpido con semejante día me trae bastante cuesta abajo…
Estos dos primero fines de semana Darío se ha ido, con los Barría Schmitt, una vez al Valle y otra a Buenaventura sólo con Mar. De ese modo yo me descanso un pocode la corredera de una a otra y me dedico a Ana mientras me quedo en la ciudad. La verdad es que el apoyo de mi marido no ha tenido comparación, en unos momentos donde él no puede hacer mucho por Ana, aunque si le pudiera dar lactancia hasta con eso me ayudaría, se ha volcado con Mar y en darme una mano en todo lo que su alcance.
Creo que mis dos hijas están bien, la que estoy hecha polvo soy yo….
Amo la foto de Mar y Ana!!! Bellas!!!