Lo que mis hijas recuerden de su infancia va a depender de las memorias que su cabecita decida guardar, pero de mi depende hacerles vivir experiencias memorables.
Si me preguntan por mis recuerdos de infancia me viene a la mente los veranos en Las Ventas de Santa Lucía donde jugábamos con los primos y los vecinos del pueblo. Recuerdo ayudar a nuestros amigos a darles de comer a los cerdos o las gallinas para que pudieran salir antes a jugar. Recoger moras y buscar caracoles después de la lluvia. Jugar al futbol con chapas de sodas y garbanzos. Hacer animales del zoológico con papas y bebes tallándole la cara de un niño a un pepino enorme. Aprender a montar bicicleta y jugar en la obra de un hotel abandonado. Pasar el día en el pantano o el río bañándonos, comiendo tortilla de patata y bebiendo Casera.
(SIP, LA DEL MEDIO SOY YO)
Ya detrás de eso vienen recuerdos vagos de la escuela, aunque más que todo recuerdo es a mi amiga de escuela Cristina Sanz, el parque de La Rosaleda, el Corte Inglés y por ahí otras cosas que, aunque forman parte de mi memoria, no me dan tanta ilusión. Por ejemplo, en Zaragoza teníamos invierno y, fuera del cierzo que es un viento norte que te pasma, no recuerdo mucho. Seguro hacía muchas cosas (como jugar a indios y vaqueros donde yo siempre era la chica en la caravana y Beatriz el vaquero que nos defendía a Caroline y a mí) pero no todas tan emocionantes como para haberlas atesorado en mi cabeza…
Pensar a conciencia en trabajar en los recuerdos de mis hijas lo escuche por primera vez de mi hermana Beatriz, por el entonces estaba organizando un paseo familiar a Bocas del Toro algo extenuante y cuando le pregunté que para que se enredaba tanto me contestó “es que estoy construyendo la memoria de mis hijas”. No olvidé eso y hoy, me encuentro esforzándome por darles a mis hijas experiencias que se conviertan en recuerdos para conservar con ilusión.
Y así, trabajando en la memoria de Mar, el fin de semana después de Carnavales se fue por segunda vez con el papá de campamento, esta vez a la Yeguada. Como es bastante civilizado los carros se estacionan junto al área de camping y, así, se puede llevar todo lo necesario pero duermen en tienda de campaña, hacen y cocinan en fogatas, se bañan en lagos y demás aventuras.
Ana y yo nos quedamos a medio camino, en la casa de la playa, donde nos gozamos mutuamente, le dimos de comer a los peces, paseamos y fuimos a la piscina, no va a recordar eso pero la pasó encantada.
Por eso, aunque a veces estoy cansada, vamos casi todos los fines de semana al interior. Porque la memoria de mis hijas se enriquece más con el tiempo pasado en la piscina, montando caballo, haciendo amigos allá y en los atardeceres en la playa que, con tardes de Mall y horas de Disney Channel.
Y ni hablar de cuando van a casa de la Tita al Valle. Ana aun no recuerda más a allá de ser feliz, pero a Mar se le iluminan los ojos de pensar en montar a caballo o ir al Níspero a darle de comer a Paquita (nombre que le dio a la avestruz), recoger naranjas y más. Razón también por la cual, aunque se me haga larguísimo, volverá al “veranito del Valle” que ella recuerda con pasión.
Mi hija Mar atesora en su memoria ir a Bocas del Toro porque, según ella, va en un avión enorme y además hay inflables (le compramos un Bambi inflable para la piscina y es lo que más recuerda). Y del viaje por tres destinos en España recuerda que, en Las Ventas, el vecino tiene dos gatos y se come unos churros “deliciosísimos”. No puedo predecir que recordarán (me gustaría que le viniera a la mente las estrellas de mar o mi abuela en Zaragoza) ella eligió sus memorias, y se le ilumina la cara con esos recuerdos, yo cumplo con aportar a que los tenga.
Te felicito Paola, estas haciendo una gran labor como madre con tus nenas, adoro ver tus fotografias…verte me trae gratos recuerdos de la vida de mis hijos mientras iban creciendo. Ahora son adultos profecionales exitosos, pero mi mayor orgullo es saber que son EXELENTES SERES HUMANOS, que se preocupan por el projimo y realizar que criarlos con altas dosis de AMOR, pero con horarios y disciplina fue una gran decision….
El otro dia iba en el auto con mi hija Lucy me dice : Mamita el otro dia le conte a Danny como hicistes de nuestra infancia toda una celebracion, y siguio contandome los recuerdos que tiene del mes de diciembre cuando ibamos en mi auto el dia 24 de dic .antes de nuestra cena navideña con el auto lleno de regalitos, y con cajitas feliz del Mc.Donal y deteniamos el auto en plena interseccion entre calle 50 y la via Brazil y se acercaban niños humildes a recoger su cenita y su regalito y se iban muy felices…..Lastimosamente despues de varios años practicando el mismo ritual, tuvimos que suspenderlo porq ya se nos acercaban adultos al carro y me robaron mi bolso, qe estaba debajo de mi asiento…nunca entendi como lo pudieron descubrir en ese lugar «secreto» pero marque la vida de mis hijos de manera positiva y directa, pues a traves de la compañia familiar hacemos donaciones pero queria que ellos tuvieran directamente la responsabilidad de dar a quienes son menos afrotunados ….
Que lindo Mayra, la verdad que me inspiras para hacerle memorias semejantes a mis hijas, lo voy a tener en mente
mil gracias por compartirmelo, un abrazo, p.-