Leí que hoy, 17 de mayo, es el «Día Internacional contra la Homofobia» lo que ha hecho que me ponga a escribir una entrada que venía pensando hace varios días pero que no sabía bien como abordarla, por lo que lo haré de la única manera posible: ¡abordándola!
Primero que todo, fuera de que me sirva de disparador para ponerme a escribir esto, que sea este día la celebración en particular, personalmente, considero que ni debería existir. La razón: la orientación sexual de una persona es lo que menos me puede importar en alguien. Valoro la integridad, el respeto, la calidad humana, y nada de eso queda determinado por si la persona que te provoca mariposas en el estómago, pone tu mente a volar y una sonrisa en tu cara, es un hombre o una mujer.
Dicho lo propio, sin hacer grandes aspavientos, simplemente me parece válido el matrimonio entre parejas del mismo sexo. Parejas que tienen el mismo deseo de formalizar y respetar a su pareja y su unión a través de ese trámite al igual que una pareja heterosexual.
Tengo amigos y amigas del mismo sexo que tienen sólidas relaciones de pareja y que conviven junt@s desde hace años. Existe en ell@s el mismo amor y respeto que puede haber en mi relación con mi marido. Podrían dejar las cosas así (tampoco es que les quede otra opción) y simplemente vivir junt@s, como además lo hacen muchísimas parejas heterosexuales, pero ¿por qué si hay ese mismo amor y respeto, y así lo desean, no puede haber los mismos derechos fruto de esa unión?
Yo llegué a esa conclusión hace varios años, cuando leía un artículo de un señor cerca de sus ochenta años que, hacía casi cuarenta años vivía con su pareja (otro hombre) quien había estado con él en las buenas y las malas (llevando varias batallas contra el cáncer hubo muchas malas), finalmente padecía de un cáncer terminal, o SIDA o lo que fuera, y no le daban mucho.
Esto lo leí hace casi una década, si la sumamos a los cuarenta años que llevaban juntos, obviamente que, cuando esta pareja comenzó su relación, fue motivo de escándalo y marginación social y familiar. Más cuando este señor tenía dos hijos de un matrimonio previo. Estos últimos aun sangraban por la herida y jamás habían aceptado ni compartido con la pareja de su padre a pesar de los años de convivencia de ambos.
Este señor, sabiéndose pronto a morir quería dejarle seguridad a quien había sido su pareja por tantos años, con quien había durado más que muchos matrimonios y sobrepuesto de tantas cosas. En orden de que su compañero tuviera los derechos de heredar, cobrar seguros, quedarse con el hogar familiar, etc., él, estaba con los trámites de adoptarlo, sí, en proceso de adopción, de modo que pudiera considerarse “dependiente”, lo que hubiera sido obvio en el caso del “viudo” o “viuda” dentro del matrimonio de una pareja heterosexual.
Qué quieren que les diga, a mí me parece que quien tenga una relación de pareja por la que apueste que sea definitiva, donde además del amor haya el compromiso mutuo, me parece justo que puedan sellar, si así lo quieren, ese compromiso de forma legal y que su espos@ pueda ser dependiente en sus pólizas de seguro de enfermedad, de vida, tener los beneficios de impuestos compartidos y heredar si la muerte les agarra sin testamento. Por lo general, con un tipo de relación de amor, respeto y compromiso te preocupas por tu pareja, en la vida y en la muerte. ¿Cómo así que tu compañer@, con quien conviviste y a quien te uniste en vida, ni si quiera puede sacar tu cuerpo de la morgue porque no sea familiar legalmente dicho?
También viene el tema de los hijos. Una persona a la que respeto mucho decía hace unos días que “bastante bagaje emocional y taras afectivas cargamos todos, criados por padres y madres, como para añadirle a un niño la confusión de crecer con dos padres del mismo sexo”. No coincido con su modo de pensar. Un bagaje emocional y tara afectiva mucho más pesados puede esperarle a cualquier niño que crezca en un orfanato, donde muchas veces reciben poco o ningún contacto físico de cariño (que puede ser por falta de personal no de intenciones) y, además, a los dieciocho años son lanzados al mundo sin la posibilidad de volver. Que el haber sido criados con amor y dedicación a su educación y bienestar emocional y físico por una pareja de dos padres o dos madres.
Que habrá situaciones que serán incomodas por eso, es muy probable, pero que si en tu casa tienes amor, contención y sobretodo un “hogar”, tienes muchísimas más probabilidades de ver las cosas venir, y dejar las cosas pasar. No hay mayor fortaleza que la de haber sido criado en el cariño y, la posibilidad de ser elegible para llevarte un niño abandonado en el mundo y criarlo con todo el cariño y la dedicación que eso conlleva, no debería estar condicionada más allá del compromiso de amor y educación que las personas vayan a brindarle.
El tema da para mucho más pero lo dejaré aquí, entre otras cosas porque ya es tarde y tengo mucho sueño. Sé que hay muchas personas que piensan distinto, otras que piensen igual o parecido, lo digan o no, y quienes ni piensan sobre el tema. Yo, más que hablar de tolerancia, y “tolerar” diferentes opiniones, considero la “aceptación”, y acepto que cada quien tiene derecho a pensar como quiera y eso incluye a que pienses todo lo contrario de lo que aquí digo.
Yo pienso: Tu orientación sexual me es absolutamente indiferente. Sí estás en una relación de pareja donde ambos son felices, se aman, se respetan y quieren sellar su unión de manera legal con todos los derechos y obligaciones que eso acarrea, me parece totalmente justo y válido.
Sí van a recibir en su casa y su vida un hijo para brindarle el cariño y dedicación que se merece todo niño (y que como madre sé que es mucho), me parece un gesto de amor que debe ser respaldado.
En fin, como dije, eso es lo que yo pienso, ahora… me voy a dormir…
Estoy totalmente de acuerdo!
Paola, te felicito. Están muy bien planteados tus argumentos en favor del matrimonio homosexual: un derecho que debería garantizarse en todo el mundo. Y con ciudadanos valientes y sensibles como tú, hacia allá vamos.
Gracias Adrianne, el matrimonio es una opción individual pero creo que debe ser una opción al alcance de quien quiera asumir ese compromiso con las obligaciones y los derechos que acarrea. Un abrazo, p.-