Para dirigirnos al sur de Manhattan tomamos el subway, además de mi persona no había nadie muy entusiasmado por la elección de este servicio público. Qué quieren que les diga, a mi me encanta en subway, lo encuentro fascinante, esa vida que transcurre literalmente en las entrañas de la ciudad me parece cautivadora. Cada persona con la que nos cruzamos: el que se duerme, el obrero, los músicos improvisados, el estudiante, la turista, el que pide limosna, todos, me parecen personajes perfectos para crear una historia completa a su alrededor. Cuanto ocurre y transcurre lo encuentro absolutamente inspirador.
Nuestra primera parada fue en el Ground Zero, tenían ganas de ver la obra en memoria de los caídos en el 9/11. Me quedé con las ganas, otros miles de turistas veraniegos tenían la misma idea. La fila era interminable. La parada duró casi que lo que ocupó tomar esta foto.
Los Engel decidieron salir a caminar por el East o West Village pero Mar, no acostumbrada a ese ritmo, ya había caminado suficiente por tres vidas en los últimos dos días. Nos dirigirnos al Children Museum of the Arts, para darnos con un palmo de narices por segunda vez en un día. Cierran los martes. Desde la ventana divisamos los salones de arte con caballetes y pinturas que mis hijas habrían disfrutado pero, quedó sin falta, para la próxima. Al final quedamos callejeando por el West Village, Greenwich Village y medio Manhattan hasta que llegamos a la 5av con 23street, al lugar que Darío había estado añorando visitar desde que planeamos el viaje: EATALY.
Eataly es un concepto más exquisito que el Dean & Deluca. Principalmente un «grosery strore» venden una enorme variedad de productos de calidad: Panes, pescados, embutidos, vegetales, carnes, mariscos, pastas, quesos, vinos y cuanto se te ocurra, todo distribuido a lo largo y ancho de un local enorme que combina la venta de los productos con 7 restaurantes de diferentes estilos que cocinan con los mismos enseres que venden. En un ambiente casual encuentras estaciones de restaurantes con especialidades en pastas, repostería, mariscos, carnes, cafés, tapas, comida vegetariana… Vamos, el deleite que cualquiera que guste del buen comer. Lo cierto es que no es el sitio ideal para ir con niños… Alcanzamos a dar una vuelta por el lugar y sacarles un millón de suspiros a Darío antes de salir de nuevo por la puerta.
Sí para niños es el Madison Square Park que queda justo en frente. Después de semejante caminada Mar quedó fundida en la parte delantera del cochecito, puesto del que desbancó a Ana apenas la pequeña abrió el ojo.
Nos sentamos bajo los árboles y su refrescante sombra. Un buen dato, si ya llevan los niños y se quiere comer en Eataly, es comprar allá para hacer picnic enfrente. El área bajo los árboles es cerrada por lo que pueden correr libres sin el stress de que se vayan a la calle.
Al final, de lo pacífico que resulta el parque, que impresiona porque está en plena intersección «caliente» de la 5ave y Broadway con la 23 y sin embargo se está súper tranquilo. Mar durmió una siesta de dos horas y el papá también quedó frito sobre el césped. Ana correteo libre y feliz haciéndole mil gracias a los demás «picniceros» y jugando a su manera con otros niños. A fin de cuentas con el agu-ga-ga no necesita ser bilingüe.
Regresamos en un taxi (se me acabaron los paseos en subway por el resto del viaje) corriendo a casa porque los chicos, Darío, Robert y Robie, iban a ver un partido de los New York Yakees en vivo y en directo. Lástima que perdieron, hubiera sido de lo más emocionante estar en el estadio con el equipo victorioso.
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(Las crónicas de NEW YORK CON NIÑOS comprenden entradas numeradas del 1 al 7.
Incluye: “Nuevo Hogar, dulce hogar”. “Central Park”. “Downtown”. “Children’s Museum &Museum of Natural History”. “Midtown”. “Bronx Zoo” y “Greenwich Village & Meat Packing District”)