¡Hola a todos! Los he extrañado estos días pero, como les dije al final de la última entrada, en Panamá el mes de noviembre comienza con muchos festivos y aprovechamos para llevar a Mar a Disney World donde no tuve oportunidad de escribirles pero, aquí les detallo las «Crónicas de Disney»
Mar estaba que se explotaba como un pop corn nada más de pensar que iba a ver a Jake en la tierra de Nunca Jamás.
Una vez salimos del aeropuerto, que por cosas que no vienen a cuento nos demoró mucho, nos instalamos en el Floridays Resort en International Avenue.
Al igual que cuando fuimos a Nueva York con los Engel (y como hicimos antes de eso en España con los Barría) preferimos quedarnos en un apartamento. Viajamos con los Barría y con mi padre así que tomamos uno de tres habitaciones y estuvo fantástico. A corta distancia de un supermercado Publix hicimos las compras para desayunos y almuerzos para llevarles a los niños en una cocina de lo mejor equipada (de todas formas el hotel tiene restaurante y Starbucks en el lobby). Además, el bus del hotel nos llevaba y recogía de los parques. Como dijo Mar al entrar: «¡Esta es nuestra casa de Disney!».
El área social, de cocina integrada con un comedor de seis puestos y una buena sala, estaba muy cómoda y también teníamos un pequeño balcón.
La recamara principal ara amplia y contaba con un baño muy grande donde los niños gozaron en la bañera todos los días.
Las dos recamaras secundarias eran muy similares en tamaño con dos camas full-size y compartían un baño de, también, muy buen tamaño (aunque se me olvidó tomar fotos).
Cada pareja llevamos un colchón inflable que pusimos junto a la cama donde durmieron los niños de lo mejor y en cama independiente.
¿Que por qué me encanta quedarme en apartamentos? Porque los momentos del desayuno en pijama y las noches de compartir juntos con los niños bañados y listos, y luego dormidos, son lo que hacen la diferencia en un viaje. Es estar de viaje y estar en casa a un mismo tiempo….
¿Y los pequeñines de las Schmitt? Pues la verdad que, aunque los extrañábamos millón, estando con mi madre en El Valle (en Panamá) estuvieron mejor que en el caos de Disney. Todos los días nos mandaban fotos, videos y yo hablaba con Ana. Ella estuvo arrebatada y eso me dejaba muy tranquila.