Soy de esas personas entusiastas con la Navidad. Me encanta poner arbolito y adornos. Que en mi casa haya olor a pino y suenen los villancicos. Comprar regalos, no basados en sed de consumismo sino en el deleite de pensar a conciencia en los gustos de la otra persona, madurar la idea y conseguirle algo que realmente la sorprenda y le agrade. Desde el primero de diciembre despedirme con “¡Felices Fiestas!” y poco menos que llevar la diadema de cuernos de reno con cascabeles. Si, para Navidad suelo ser de lo más cliché y ¡me encanta! Pero, esta Navidad está a la vuelta de la esquina y no he sentido nada de esto porque la agenda de este mes se ha robado todo mi tiempo y mi energía, dejan a mi espíritu navideño por los suelos y con pocos signos vitales.
Como si fuera una película de otros tiempos me recuerdo a mi misma los años anteriores poniendo con calma y esmero los adornos del árbol con música Navideña y sentarme, entrada la noche, frente al arbolito iluminado con una copa de Ron Ponche saboreando las fechas. …Como digo…Una película de otros tiempos…
Este año ha sido correr y correr y sentir siempre que estoy tarde, o raspando, o con asuntos pendientes para poder poner ganchitos a las cosas por hacer.
Ya era 10 de diciembre y no había árbol en casa porque no hubo tiempo de comprarlo ni mucho menos de decorarlo. Fue ir con todo el tráfico a comprar uno y zamparle los foquitos y las flores en un satiamén, sin música ni historias, antes del baño de las dos niñas que Ana ya estaba llorando del cansancio y a punto de agarrarse de los pelos.
Que si la graduación del colegio con práctica de un día entero, baile, vestidos de graduación, entrega de ‘diplomas’, zapatos, disfraz y teatro (como ya les había contado).
Que si las prácticas diarias de ballet para la función de fin de año que incluyó un día entero de ensayo en el teatro previo al show final. Vestido, medias, tutús y peinado estirado incluido.
Ya ni hablar que aun falta el examen de Taekwondo, tengo una reunión de trabajo que no me deja pensar en villancicos y Navidad es la semana que viene, apenas tengo dos regalos (sin envolver) y mi espíritu de estas fiestas aún no baja.
De verás que este fin de semana intenté forzarlo con la oferta local de actividades Navideñas y son todas ¡¡UN FIASCO!!
EL MALL MULTIPLAZA
Además de aturdirte con el ”Burrito Sabanero” y el «Tuqui tuqui» a todo volumen la cosa no pinta muy bien ¿Qué me dicen de la atracción del La Plaza del Sol? En vez de la anual pista de patinaje sobre hielo (a la cual iba a ir Mar por primera vez) han puesto un árbol (otro más de los 20) que lo promocionan como la última maravilla porque es el de Swarovski y es el más caro de Latinoamérica ¿Y? A mis hijas una vez tengan focos ¡los adornos pueden ser de papel de aluminio! En cambio, la pista de patinaje SI era una atracción para hacerles memoria… Aquí es donde deberían estar mis hijas patinando…
LA ILUMINACION DEL PARQUE OMAR
Tanto nos habían hablado que, el sábado, fuimos armados de los cochecitos para ambas niñas y listos para caminar todo el parque en plan de amiguitos con los Calvosa y ¡ZAS! Todas las luces son las que están en la entrada y se ven desde el auto al pasar enfrente. ¡Nada más! Dos estaciones de iluminación, un pesebre y 10 tiendas de chorradas chinas de a dólar. Tal plomazo que no merece ni foto
EL DESFILE NAVIDEÑO
¡Ay! Qué puedo decir para no parecer el mismísimo Grinch… El domingo montamos el tenderete a la orilla de la calle 50 para ver el desfile de carros alegóricos. Con la Alcaldía de Mayín Correa y hasta algunos años de la de Juan Carlos Navarro eso era un show digno de presenciar. Participaban todas las compañías grandes, Coca-Cola, Pascual, Estrella Azul, etc. con enormes carros montados sobre camiones de 16 ruedas. Luces, disfraces, montaje, música…una verdadera atracción. Este año los carros alegóricos iban montados casi que sobre pick-ups sin la más mínima gracia ni esfuerzo. Parecía los desfiles del 3 noviembre, porque ahí lo que pasaban eran montón de bandas de música, en su mayoría de entidades del gobierno (y, cómo no, la Policia Nacional). Yo que pensé que los niños querrían quedarse hasta la noche, pasada una hora ya se querían ir del aburrimiento.
En fin, Espíritu Navideño, ¡no me doy por vencida! Sólo me queda una semana pero ahí sigo en tu búsqueda y a tu rescate…
Soy sólo yo o, realmente ¿estamos perdiendo el Espíritu de la Navidad bajo las apretadas agendas de fin de año?