¡Una casa de quincha en pleno Río Hato!
Pasamos por el frente y salté sorprendida como quien se encuentra un doblón de oro en una alcancía. Mi sorpresa correspondía a tres razones:
1. Me di cuenta de que realmente nunca había visto una «en su hábitat», las que he visto han sido en representaciones folklóricas
2. Río Hato no es pueblo de campesinos, es de pescadores (bueno, y como todos los del zona inclinados a los trabajos que ofrezca ahora la construcción)
3. Ya casi no se ven esas casas. La mayoría de los habitantes de estos pueblos, ‘salpicados’ por el progreso de la área, hacen sus casas de ladrillo gris y, si la cosa va bien, las repellan y las pintan, si no, a ladrillo puro.
Detrás de una escueta verja de palos y alambre de púas la casa está abandonada y clausurada, por ahí no corre ni un perro famélico ni una gallina perdida pero me capturó por completo. ¿Hace cuanto tiempo que está ahí? ¿Y cuánto de que la abandonaron? ¿Quienes vivieron en esa casa? ¿Quienes ayudaron en la «junta de embarre»? ¿Eran de Río Hato? ¿Por qué se fueron?
Para aquellos no familiarizados con las casas de quincha les explico que son parte de la tradición social de los campesinos panameños en donde se convocaba al pueblo para levantar nuevos hogares. En especial para las nuevas parejas. Estas casas tenían estructuras o enjaulados de madera y juncos y para sus paredes se hacía una masa de barro, arcilla y paja que era amasada de una manera muy particular durante «las juntas de embarre». Los hombres hacían una cadena humana agarrados de los hombros y, con los pantalones remangados y descalzos, la iba comprimiendo hasta que posteriormente se esparcía por las paredes. El techo era de tejas de barro moldeadas con el muslo.
Hablo en pasado porque el famoso ladrillo gris y el cemento le han robado el show a estas casas, no digamos ya como ha desplazado el zinc a las tejas. Los sancochos y celebraciones alrededor de la construcción han sido suplantados por cajas y cajas de cervezas. Aún quedan pueblos en el interior en los que se guarda la tradición pero ya son los que menos.
En fin, en lo que a mí respecta, a la casa de quincha abandonada que encontré ¡le voy a dedicar un cuento! porque ahí callada se le desbordan las historias para ser narradas…
SE VE ESPECTACULAR
Y TAMBIEN DA MIEDO LO QUE PASARIA
sí, es como bien siniestra… 😉
SE VE ESPECTACULAR
Y TAMBIEN DA MIEDO LO QUE PASARIA
sí, es como bien siniestra… 😉