Cuando fui al almuerzo navideño con mi amiga Peggy, Bon Vivant era un pequeño y acogedor nuevo lugar que había que explicar donde quedaba porque sólo llevaba abierto un par de semanas.
El jueves pasado fui y me quedé sorprendida de que en sólo unas semanas se había convertido en «it place» del momento. Sus pocas mesas estaban llenas de publicistas de renombre, músicos, presentadoras de televisión, diseñadores, abogados de peso-pesado, una ex-reina de belleza y hasta un ex-magistrado que posiblemente llegó en su moto.Por otro lado, la barra estaba llena de, lo que se notaba a leguas, era un grupo de extranjeros de tapas. Manejan la onda informal que se sigue teniendo la sensación de que, aunque esté en su pico de moda, uno puede improvisar y pasar a tomar un café o una copa . A ver si me explico mejor, es un lugar donde perfectamente podrían coincidir mis dos hermanas y ser compatibles.
Su oferta del restaurante parece hecha para mi gusto. Tapas, bandejas de quesos o embutidos y emparedados, pocos, pero de buenas combinaciones y buenos productos en pan del día. Sobretodo, me encantó que es el único lugar donde me sirven una copa de champaña como a mí me gusta ¡helada!
Hay gente que no le gusta compartir la comida (como mi marido que pone los ojos en blanco nada más escucha la sugerencia) pero yo encontré perfecto comenzar con una tabla de quesos para dos (no es muy grande), un emparedado y compartir un buen postre, nos gustó mucho el pie de limón. El lugar tiene buen ambiente y buena onda y me ha funcionado para café de media mañana, almuerzo y copas en la tarde. Me falta visitarlo de noche con amigos en plan tapeo y vinos pero es el perfecto lugar casual y chic. Además el café es bueno y tiene internet ¿queda algo por pedir?
Hay que decir que la casa (por cierto muy buen trabajo del arquitecto Reinier Rodriguez, fue a través de sus post en FB que supe del lugar) es mitad restaurante y mitad tienda delicatessen donde se puede encontrar, en fin, lo que se encuentra en las tiendas delicatessen: vinos, embutidos, quesos, carnes, etc, etc. En lo que a mí respecta quedé maravillada de encontrar ¡Sugus, Cola-Cao y Huesitos! Mi infancia española entera embolsada frente de mí, el corazón se me llenó de felicidad y melancolía. Reconozco que no compré nada de eso porque ¿se imaginan que no sepan como yo los recuerdo? ¿que los Sugus sepan a puro colorante? ¿el Cola Cao me empalague? o ¿los Huesitos (mi delicia de pequeña) sepan a chocolate de cuarta categoría? No, gracias, prefiero morir en la ignorancia.
El caso es que el lugar me parece muy recomendable y por eso les cuento.
¡Ah! Por cierto, queda en San Francisco en la calle donde estaba anteriormente la Galería Mateo Sariel.
Me alegra mucho que te gustara Bon Vivant. Disfrutamos cada segundo de su ejecución, siempre pensando en que sus comensales se sintieran como en el bar grande de su casa.
Y en 2013 date la libertad de empacharte de Cola Cao! El sabor de la memoria es siempre el mismo: ¡delicioso!
Hmm sera que me animo… me quede babeando cuando vi los Huesitos…
Gracias por enseñarme el lugar, ¡esta súper!
besos, p.-