El 8 de febrero del 2011 murió mi suegra, Astrid Wolff. Ella quiso ser cremada y que sus cenizas fueran esparcidas sobre El Valle, donde guardaba recuerdos tan felices. Así lo hicimos por las fechas en aquel año.
Como ya he dicho en el blog anteriormente yo tengo muchos sentimientos encontrados en relación con la muerte. No sé como explicarlo bien, es algo como que no es la muerte en sí lo que me angustia sino el olvido…¡En fin! El hecho es que con Mar hablo de su abuelita que se fue al cielo y le tengo fotos de Astrid por la casa y todas esas cosas pero, desde hace casi un año me venía a la cabeza que no había “un sitio” donde ella pudiera sentir la presencia de su abuela, porque aquella vez subimos a un cerro y echamos sus cenizas al viento. Yo sé que son rollos de mi cabeza eso de necesitar ligar un lugar con la presencia (de, justamente, su ausencia), viene amarrado al asunto de existir a través de la memoria y mi propio bla, bla, bla.
Entonces le sugerí a Darío hacer una placa -algo sencillo pero puntual- que colocar donde se esparcieron las cenizas de Astrid, para poder sentir que la visitábamos, que mis hijas puedan llevarle dibujos y les hablemos sobre ella, que puedan ir por su cuenta en unos años. Vamos, un pequeño “recordatorio” de Astrid, para trabajar sobre su memoria, para que, aunque haya muerto, no caiga en el hoyo negro del olvido que a mí tanto me asusta. Ya lo dije, rollos retorcidos de mi cabeza…
A Darío y sus hermanos les pareció bien y organizamos un domingo para pasar todos juntos –con las familias, claro- y subir nuevamente a la montaña en El Valle. Entre todos hicieron el respectivo hueco, mezclaron el cemento y se colocó la placa. Una vez instalada Mar saltó enseguida con que ella se la iba a decorar a tita Astrid y empezó a ponerle piedritas alrededor, ya habla del dibujo que le va a llevar y como tendrá que ponerle una piedra encima para que no se vuele…
Que mi hija haga sus propios momentos con Astrid -y más adelante Ana también- aunque ella ya no esté, son para mí bloques que se van poniendo en la construcción de sus propias memorias.
La Astrid que yo conocí ya no era la guerrera amazona de otros tiempos, conmigo siempre fue la abuela absolutamente enamorada de mi hija, Mar. Sobre todo por eso la recuerdo con cariño y quiero que mis hijas desarrollen lo mismo. Serán cosas mías sin mucho sentido pero la siento más presente con esa placa que, de algún modo, hace honor a su presencia, donde podremos visitarla, sobre su Valle, como ella quería…
Hola Pao, te felicito por este conmovedor escrito, y más todavía, por la iniciativa para que TODOS tengan un lugar especial para recordar a (o crear recuerdos de) Astrid.
Gracias Ana, ya tengo ganas de que vayamos a «visitar» a Astrid y llevarle la manualidad que Mar quiere dejarle
Hola Pao, te felicito por este conmovedor escrito, y más todavía, por la iniciativa para que TODOS tengan un lugar especial para recordar a (o crear recuerdos de) Astrid.
Gracias Ana, ya tengo ganas de que vayamos a «visitar» a Astrid y llevarle la manualidad que Mar quiere dejarle
Paola que linda idea !!! Los felicito por la importancia que le dan a la familia y a la naturaleza… Son valores que tus hijas llevarán por siempre …Besos
gracias doris, la familia es realmente el pilar que nos sostiene…
Paola que linda idea !!! Los felicito por la importancia que le dan a la familia y a la naturaleza… Son valores que tus hijas llevarán por siempre …Besos
gracias doris, la familia es realmente el pilar que nos sostiene…