Esta es una historia que, considero, merece ser contada… Me río… ¿por no llorar?
Estábamos pasando un día familiar en la piscina cuando Darío vio a este sapo exhausto tratando de salir y, lo sacó.
Mar empieza a gritar emocionada
— ¡Mami! ¡Mami! ¡MAMAAAAAAAÁA! ¡¡Corre!! ¡Un Sapo!… ¡¡Es TU oportunidad!! (palabra dominguera incluida)
Me acerco…
— Mi oportunidad ¿para qué?
— Bueno, mami, tú siempre dices que querías besar un sapo ¿no? Aquí está…
— ¿Hugh?
* * *
Aquí una foto más completa para que vean la dimensión de «mi oportunidad». Porque, encima, ni siquiera era la gran cosa…
mejor que el sapito era chiquito! jajaja
Hola Tabira, pues ya puestos que me hubiera tocado un sapo de tamaño de realeza con abolengo ¿no? jaja
Pero la pregunta es: ¿y lo besaste? 🙂
yo ya besé mi sapito hace rato y me casé con él jaja