Hace cinco años que murió Gustavo. Ya hace cinco años y todavía me impresiona. No es que se fuéramos amigazos pero desde que tengo 17 años Gustavo ha sido una constante en mi vida. Nos conocimos cuando hacía fotografías de moda y yo estaba de modelo para Physical, nos seguimos viendo por lo mismo, por mi amistad con Miriam y por cosas de aquí o de allá. El mismo año hicimos nuestra primera exposición en el mismo lugar y él tomó las fotos de mi obra por mucho tiempo.
No compartíamos confidencias pero sí risas y buenas conversaciones. Se apuntó siempre a cuanto proyecto artístico se me ocurrió armar, desde fotos para el Festival de San Felipe, la inauguración de La Bohème, la muestra de los muñecos de trapo, el evento de Patrimonio Humano… siempre pude contar con él.
Por una u otra cosa coincidíamos con frecuencia y no era raro, cuando viví en Bocas del Toro, encontrármelo en El Pecado o en Om. Cuando quiso contó con mi estudio y me encargaba tubos de pintura si sabía que iba a ir a un Pear Paint (especialmente los del color Raw Umber de los que bromeaba diciendo que dormía abrazado). Le expliqué que no se puede pintar acrílico sobre óleo cuando me contó que no entendía por qué un cuadro se le había hecho un guacho y, al final, como pintor nos estaba llevando años luz a todos.
En fin, tantas cosas y ya son cinco años…
Como un modo de reconocimiento a toda una impresionante carrera artística, y más para alguien tan joven, su hermano Walo y otros colaboradores han organizado una muestra retrospectiva de su obra titulada EXIT, en el Museo de Arte Contemporáneo que se toma el museo hasta diciembre con un montaje impecable. La inauguración fue este martes 15 donde estuvieron artistas, curadores, galeristas, amigos y todos los que le tenemos cariño y sobretodo respeto por su trabajo.
Gustavo se inició y destacó con su trabajo como fotógrafo de publicidad y moda y tuvo su primera muestra artística en Las Bóvedas en 1999, que se llamó «Tan cerca, tan lejos». Comenzaba a exponer sus inquietudes y su relación con la intimidad y los mundos y verdades más allá de lo aparente. En esta muestra afloraron elementos que fueron una constante en su trabajo, los retratos y la naturaleza.
Pronto su trabajo artístico le valió premios e invitaciones a importantes Bienales internacionales. Fue pionero en presentar las fotografías en cajas de luz con secuencias que contaban una historia muy propia, muy suya, muy de adentro.
La nostalgia y la intimidad unen todo su trabajo y esa intimidad además de propia incluía su familia, su relación con ella y su memoria. La naturaleza, el mar en particular, fue tanto su medio que lo retrato mil veces. Las imágenes en la playa me parecen una representación de si mismo tanto como sus autorretratos.
El trabajo de Gustavo está mostrado de una manera que mientras avanzas por el Museo sientes que te adentras más en él, no sólo en el legado del artista sino en su persona y sus inquietudes. El montaje, además de mostrar la dimensión de su obra, muestra la coherencia de su mensaje a través de todo su trabajo. Así, puede apreciarse sus fotografías- en diferentes medios, formatos y temáticas-, dibujos, cuadernos de apuntes y su obra pictórica de los últimos años, y todo guarda un hilo conductor.
Una vez me dijo «siempre había querido pintar pero me daba miedo no saber hacerlo bien. Ahora me siento seguro, creo que me está saliendo muy bien» y se sonrió con esa sonrisa de niño que mostraba todos sus dientes alineados y hacia que se le achinaran los ojos mientras se encogía de hombros. Ni para que decir que tenía la razón, doble razón, por sentirse seguro y porque le estaba saliendo estupendamente bien. En este medio nuevamente se decantó por la naturaleza y el retrato, destacando las pinturas de sí mismo.
En fin, yo no soy quien para hablar de su trabajo porque para eso están los curadores (¡qué ganas tengo de que salga el libro escrito por Monica Kupfer!) que son quienes saben de la materia, yo sólo sé de lo veo, como lo percibo y lo que me trasmite.
Gustavo fue una persona muy apreciada por quienes le conocieron, como fotógrafo, pintor, surfer o como me dijo ayer un amigo, yo sólo lo conocí como guitarrista. Pero esta muestra es sobre su obra, porque más allá de quienes lo recordemos como persona, será recordado por un cuerpo de trabajo y una carrera que lo hacen ícono y referente del arte contemporáneo de Panamá. Esta muestra no es sólo sobre él, es sobre el arte de Panamá.
Una exposición y un ambiente que hace sentir a Gustavo tan cerca… aunque esté tan lejos…
No se la pierdan…
La verdad es una muestra fabulosa de una persona sencilla, carismatica y muy creativa!
cierto que sí!! un abrazo, p.-
Lindo tu review, Paola. Un abrazote. W.
gracias a ti que montaste una muestra tan buena, 🙂