Hola mi gente linda, he estado algo desconectada porque me quede sin compu, me absorbió el trabajo, me metí en un libro buenísimo, escribí un artículo para una revista y en fin, me arrolló un tren llamado vida. Pero aquí estoy, mil gracias por tanto escritos para ponerme las pilas y escribir de nuevo ¡se les quiere!
El Veranito del Valle ya suena en mi memoria como épocas lejanas y, antes de que ahí se desvanezca y por ende no pase por este blog, no quiero dejar sin contar lo que fue el final de esa aventura vallera.
Este año, además de las actividades infantiles sin fin montamos una tardecilla de quesos artesanales hechos en el mismo Valle -que resultaron de lo más buenos- y vinos, esos sí, argentinos (aun estando a favor del «con orgullo consume lo tuyo» tampoco es cuestión de fiarse a ciegas de todos los productos del área y aparecer como mi padre en Navidad con una champaña ¿colombiana?).
Y cerrando esa semana de actividades vino la mañana de «Pintando con Eduardo Navarro»
Mar al principio estaba algo cohibida y bastante enfurruñada, ella hubiera querido: espacio propio claramente definido con sus pinturas, pinceles y agua para uso particular (sí, me salió bastante cuadriculada la niña) pero le fue cogiendo la onda a eso de la pintura en comunidad y se soltó con el dripping hasta terminar disfrutando tanto la mañana que la recuerda como ¡¡la mejor actividad el Veranito del Valle!!
Y llegó el fin de semana y cuando salió una tarde en casa de Felipe García de Paredes para hacer un cochinito en caja china yo me apunté más rápido que volando, feliz de unas horas de adultos dejando las niñas al buen recado de mi madre. Y es que, cualquier asomo de vida de adulto anterior había sido bajo la adorable compañía de mis queridas y bellas hijas, niñas de mi ojos y sus muchos encantos pero cuyos gritos, peleas, demandas, lloriqueos y constantes cuidados por toda una semana seguida me tenían muchas veces ya hasta las mismísimas narices…
Me enfrenté a la siguiente semana cansada de correr a cumplir horarios, croquis y cronográmas por lo que comenzamos saltándonos a la torera el programa del día, nos fuimos las tres a jugar en las aguas termales donde nos divertimos un montón a nuestra bola.
Improvisamos el orden y Mar terminó jugando en el camp de Ana y Ana no haciendo ni puñetero caso a nadie y columpiándose en vez de hacer manualidades
Para el martes yo estaba de lo más chica Almodovar –«mujer al borde de un ataque de nervios»-, además de este exigente programa, no estaba de vacaciones por lo que me la pasaba pendiente del teléfono, el skype y viendo y analizando informes de carteras y presupuestos hasta las tantas de la noche. Las niñas también empezaron a mostrar contrariedad por seguir en las actividades y con ganas de volver a espacios suyos así que, antes de que le agarraran manía a la experiencia, o yo las amordazara a un árbol, empaqué las cosas y en 45 minutos las cambié de ambiente.
Atrás dejamos las montañas y la selva, llegamos a unos espectaculares días de verano en la playa acompañados de la brisa veraniega y unas noches de luna llena capaz de quitarle el hipo a cualquiera. Con un cambio de rutina todo terminó rodando mejor y se bajó en nivel de tensión.
Para disiparles cualquier duda futura por los momentos menos buenos, todas las noches nos sentamos a recordar qué fue lo que más les gustó del Veranito del Valle y, soy tan entusiasta en ponerles en la memoria los mejores momentos y recordar todo tan «¡Wow! los caballos ¡wow! pintar con Navarro ¡wow! las aguas termales, ¡wow! el paseo el bicicleta, ¡wow! el zoológico», que ellas solitas están «¡Wow! que chévere es el Veranito del Valle». Yo me tomo muy en serio como le construyo la memoria a mis hijas…
…porque cuando el tiempo pasa,
las cosas no suelen ser como ocurrieron realmente,
son como las recordamos…
Hola querida,
Pintan muy bien los campamentos de niños por allá…aquí son para dejarlos cuando los padres están trabajando, no lo vivimos con ellos.
Mándame ese wsp cuando puedas!!! Con el móvil también perdí las fotos que nos hicimos juntas en España, y eso es de mucho llorar.
Te lo recuerdo también en FB por si acá,
Bisous para todos
Hola Cris que bueno estar de nuevo en contacto!! un abrazo, p.-
Muy lindo Pao! Curiosamente, después de muchos años sin ir, pasé este fin de semana en El Valle con Víctor y nuestro peque Marcos de 7 años, que nunca había ido. La pasamos genial!
Hola Oriana!!
El Valle es maravilloso, tiene tanto que hacer con los niños…
mis hijas aman montar caballo, las aguas termales, recoger naranjas, el serpentario… tantas cosas…
un abrazo, p.-