El domingo, en una isla paradisiaca de aguas cristalinas, estrellas de mar y un ambiente de postal a mi me dio un ataque de histeria por dos pendejadas y antes de que me diera cuenta estaba llorando debajo de una palmera.
¿La gota que derramó le vaso? Despedí a la nana de mis hijas (y todavía no sé si hice lo correcto o debí haber dado otra oportunidad así que esto todavía me tiene echando lágrimas) pero estoy hecha un flan después de una semana donde todo se fue acumulando hasta desbordarse. Aquí the week from hell…
El viernes anterior la nana me empezó a tocar los nervios sensitivos cuando, con la cabeza en Belén con los pastores, olvidó cosas elementales, tan elementales, que hicieron saltar mis alarmas. ¿Extraños olvidos o desganas?
En aquel fin de semana tuve mis desacuerdos familiares que me sumaron una enorme carga emocional con su drenaje.
Llegó el lunes y ¡ZAS! Mar tiene el accidente en el parque donde el balancín le dejó los dientes bailando en sangre y adolorida.
Martes: Se arma la de San Quintín con un chat, bastante desatinado (todo hay que decirlo), que a mi marido se le ocurre mandarle a la nana y se me monta una crisis doméstica que casi me hubiera sido más fácil hacer una neurocirugía de emergencia con un cuchillo de plástico. Mar sigue con los dientes bailando y a mi los nervios…
Miércoles: Comienzo a plantearme seriamente volver a la pintura y empiezo a darle forma a un proyecto concreto lo que me trae muchísima inquietud porque me siento súper oxidada, llena de dudas ¿y será que sí sabré hacer lo que quiero? ¿y si la idea es buena pero no se desarrollarla? ¿Y si la idea es una estupidez?. Rematamos con la primera clase de natación de Ana donde dio alaridos como si la bañaran en ácido. Empiezo a sentir que la relación con la nana puede estar realmente afectada. Los dientes de Mar no mejoran, mis nervios tampoco…
Jueves: Tengo cita en el dentista con Mar debido al accidente del lunes y la doctora termina sacándole los dos dientes. Comienzo a plantearme seriamente si debo terminar con la nana y sólo las madres entenderán el nivel de stress que genera eso porque una coas es fantasearlo y otra realmente tirarte al agua.
Viernes: El asunto de la nana va tomando más peso, por ende más stress. Segunda clase de natación de Ana más traumática que la primera y un par de situaciones adicionales con la nana, que podrían decirse pequeñeces, ¿o desgana?, pero se van sumando, volviéndose un tira y afloja y veo que el tema me está generando una carga emocional que me está afectando seriamente, siento que debo tomar una decisión antes de verme de nuevo a las puertas de un cáncer como el año pasado, que estoy segura que fue por una acumulación de mil cosas estresantes a comienzos del 2013 donde lo de las nanas sumó lo suyo también.
Sábado: Despido a la nana, consciente de que es una buena chica y la situación de las nanas es horrible allá afuera, pero empujada por la sensación de que las cosas entre nosotras ya no estaban cuajando. Que mejor sería que hubiera hecho una cagada y así sentirme dueña y señora de mi decisión pero no. He tomado el paso basado en sensaciones y mis percepciones, lo cual es igualmente válido, pero que deja la tortuosa sombra de la duda de sí tomé la decisión correcta, que es el excremento que me está torturando ahora. Sin embargo, ya me eché al agua, y sin salvavidas porque no tengo otra.
El domingo me levanté con un peso en el pecho y el cuello entumecido recordando el año pasado y el momento en que me quebré. Por más de estar en el paradisiaco San Blas me tomó un segundo y una pendejada para que una avalancha de emociones me desbordaran, y claro, todo el mundo dice «pero niña, que el problema de la nana no es el fin del mundo» y yo me sentí tan boba derramando lagrimones y escurriendo mocos que empecé a pensar por qué estaba tan fuera de mí, porque debía de ser algo más, e hice el recuento mental que les acabo de contar.
¡Ala! Aquí les presenté mi semana de… no hay otra manera de decirlo… ¡mi semana de mierda! Así que sigo echando lagrimones y con ganas de meterme en la cama con una caja de Kleenex pero no se puede porque, entre otras ¡no tengo nana! así que me toca con la mejor cara bancarmela solita y seguir caminando mientras cargo entre pecho y espalda mi crisis emocional que roza con la histeria...
Pao… lo siento mucho… sí es «casi» que el fin del mundo… pero siempre se puede reconsiderar y si no es el caso… calma… calma… el apuro trae cansancio… y no hay mal que por bien no venga… un abrazo!!!
Hola Gaby, gracias por los ánimos mujer! besos, p.-
Tus sentimientos… totalmente normales!
Lo que hago yo en estos casos es preguntarme si esto realmente va a impactar mi vida… Normalmente no lo hace. Un año adicional sin dientes no trauma tanto como una mamá llorando debajo de una palmera. Que se vayan todos pa’l carajo… ríete de la vida mientras tengas salud. Eventualmente, esta misma vida te dará verdaderas razones para llorar. Que bueno es no tener nana… ahora tienes mas tiempo para compartir con tus niñas y crear nuevos y lindos recuerdos juntas!!!
Hola Marilika, gracias por tus palabras, ahí vamos, echándole pecho a la situación 🙂
besos, p.-
Amiga… uno se deshace con menos remordimiento del marido que de la nana…
Y te entiendo perfectamente, he pasado por esos melt down con frecuencia!
Yo con lo de la pintada no soy buena, pero encontré un outlett creativo para mis frustraciones y alegrías.
Te comparto una de mis creaciones digitales que sé que tu sí vas a entender 🙂
http://www.myscrapbookart.com/gallery/data/500/guilt_.jpg
Fuerza!
Hola Oriana, mil gracias, la verdad que la carga afectiva emocional que uno le pone al asunto de las nanas cuando encima se te junta con mas cosas termina superando a cualquiera…
voy a meterme en la pagina que me sugieres a darle un ojo
besos, p.-