Yo no recuerdo en mi infancia en España buscar huevos de colores que estuvieran rellenos de chocolates ni que los trajeran conejos con cestitas y lazos pero, como decían los romanos, «donde fueres haced lo que vieres« y aquí me tienen, celebrando Pascua con esas cosas.
Mis hijas aun no están muy involucradas con el significado de las fechas con aspecto religioso pero, Mar está clarita de que el Domingo ¡se buscan los huevitos de Pascua! y «sí, mamá, estamos muy contentos porque Jesús resucitó pero ¿podemos empezar ya a decorar los huevos?»
Reconozco que adopté la costumbre sin tener muy claro de donde salía eso hasta que la semana antes me lo aclaró una nota dominical
Cuando leí esto lo primero que pensé fue que menudo susto se debió dar esa liebre cuando apretó y le salió un huevo ¡como para alucinar a colores!
Miren, yo no sé como se hace todo el ritual, hay quienes hacen el trejemaneje tras bambalinas y sus hijos creen que la liebre les dejó los huevos temprano, yo encuentro divertido es preparar los huevos con las niñas y hacer la búsqueda en la tarde, cuando ya baja el sol.
Mar amanece feliz con el asunto de pintarlos y rellenarlos. Ana no atinada a hacer nada porque estaba muy ocupada comiéndose los dulces de relleno (no dejó ni un gummy bear), Mar también hace los correspondientes con rellenos salados ya que a ella no le gusta el dulce.
Por cuestiones prácticas hicimos la respectiva búsqueda de huevos el sábado en la tarde y desde las 4 de la tarde las niñas estaban más listas que los boyscouts
Lo que nuestra amiga Claudia puede tener claro es que todas las Pascuas le vamos a caer en su casa. Le comenté a mis hijas de ir a otras «búsquedas de huevos» y Mar me levantó la ceja como si hubiera dicho el mayor de sin sentidos «Mami, Pascua es siempre en casa de tía Clau«. Y ahí fueron a la búsqueda de huevos y chocolatinas
Como la fiesta es para compartir, terminada la búsqueda fue abrir huevos y hacer comuna con todos los dulces y los saladillos, suficientes para sacarles caries hasta a una estatua de mármol. Otra Pascua en que la pasaron felices y, felices mis hijas ¡feliz yo!