Pensé que eso del amor a los zapatos era algo aprendido, asimilado, inculcado tal vez desde la Cenicienta que con su zapatito de cristal le cambió la vida pero, después de ver esto ¿Será que viene en el ADN? ¿Será que está en la identidad de los cromosomas XX?
La semana pasada a Mar le compré un par de zapatos en Melissa, que a su elección fueron dorados con escarcha -sí, ya sé, más JLo no podían ser pero bueno, por aquello de respetarles la personalidad de esas cosas… ¡ni modo!– el enamoramiento con su zapatitos fue tal que los llevaba hasta por casa y casi que para dormir, claro, Ana que los descubrió y con lo coqueta que es, de verlos los dientes se le pusieron tan largos que rayaba el piso.
Aquí abro un paréntesis para aclarar que Ana, con sus casi tres años y medio usa chupo. No hay niño que haya llegado a secundaria con él y para ella es su confort así que es algo que le he dejado a su elección. ¿Que se le deforman los dientes? Sí. ¿Que tocará ponerle frenos? También, pero ¿Acaso esa no es materia obligatoria de todas maneras?
En fin, después de mirar tanto los zapatos dorados que pensé se iba a quedar bizca, Ana se me acerca y solita me propone este trato:
– Mami, zi me compraz unoz zapatoz brillantez con huequitoz de niña grande yo ya no uzaré máz chupo, ze loz regalaré a la bebe Sofía, la hermanita de Ariel.
– ¿Segura Ana? -dije con los ojos como platos porque no daba crédito a lo que oía.
-Zi, mami.
¡Quién dijo agarra esa negociación mientras aun esta caliente! Antes de lo que canta un gallo ya la tenía montada en el auto camino al mall. Finalmente se decidió por unos de gatito que, aunque le han hecho unas rozaduras del tamaño de una moneda, se los quiere poner para todo.
¿Los chupos? Apenas llegó de la tienda ella misma los puso en una bolsita y se los subió a la vecina para su bebe. Van cuatro días. Los primeros no fueron fáciles –para nadie es fácil pasar el mono– pero ella recordaba que había sido su elección ya tiene asumido que los chupitos no están.
Cambió su sagrado chupo por unos zapatos. ¡Qué Shakespeare, ni qué Magbeth! ¡Esa es la negociación suprema por un reino!
Indudablemente….¡mi hija!
Las cosas pasan en sus tiempos y cuando en el momento que cada quien decide.
¡Los mejores maestros siempre son los niños!
Un abrazo, p.-
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Esta niña es una coqueta en todo su esplendor!! Me encantó!! Algo me dice que tendré nenas así…mini féminas.
Hola Thattiana! Para que veas que es la mas brujita de las dos pero resultó la más coqueta, se fija en cambio de aretes de collar o lo que sea y puede pasar rato viendo los zapatos que no uso casi «Mami, que lindoz tuz tacones…» Gracias por escribir, una abrazo, p.-
Está buenísima la historia. Tus hijas son adorables. Te mando un besazo!
Hola Ana, un besado igual hasta mi Buenos Aires querido, p.-
Mi hijo lo cambio por un carro de carrera!!! Ciertamente casa quien a su tiempo !
Así mismo Judy!! un abrazo, p.-