Vivimos una época en que compartimos nuestra cotidianidad en Facebook, Twitter, Instagram o, como yo, hasta en blogs ¿significa eso que nuestra vida entera debe estar en el tapete?
Unos más que otros exponemos pedazos de nuestra vida y la abrimos a likes, shares y comentarios pero…
¿Estamos en derecho a cerrar las puertas en partes de nuestra vida?
¿Cómo proclamamos espacios de intimidad en esta era de super exposición?
¿No soltamos nosotros mismos a un monstruo de siete cabezas incontrolable?
Pues bien, sí tenemos derecho a delimitar áreas por más que posteemos cada cuatro horas en las redes sociales y te voy a decir una manera elegante pero concisa para hacerlo.
He visto a personas enfrentar el dilema de «cómo lo explico» y «qué digo» cuando toman decisiones como: ser madre soltera, hacer un cambio drástico de profesión y dejar un trabajo bien remunerado y prestigioso, terminar su relación matrimonial, optar por la medicina naturista sobre la occidental, decidir un parto en casa sobre el hospitalario, elegir no querer hijos, cambiar de religión y hasta otras situaciones más triviales como hacerse una cirugía estética o un cambio radical de estilo de cabello.
Todos ellos son momentos en los cuales somos bombardeados por miles de personas, más o menos cercanas, con cientos de preguntas que tiene por finalidad que les expliquemos el por qué y, de paso, dar su opinión al respecto la hayamos pedido o no.
Pues bien, he aquí el modo de fijar límites y defender tus espacios.
Sonríe. No es el momento de una sonrisa Colgate que enseñes hasta las muelas del juicio, más bien un sonrisa tipo Monalisa que diga no quiero grosera pero no estoy invitando a un conversación sobre el tema y, sin mayor explicación, di: «Es una decisión privada».
¿Simple, verdad? Pues así de sencilla y de efectiva es. Con esas cuatro palabras acompañadas de una sonrisa, cortés pero cortante, el monstruo de las siete cabezas se recoge sólo. Curiosamente nadie cruza esa línea una vez que la pones.
Sí todavía te encuentras con aquel que trata de ponerte a explicar vuelve a repetir la formula sin inmutarte «Sonríe, y reitera que es una decisión privada» Te aseguro que hasta ahí llegan.
Existen los limiten, las personas lo entienden (sólo que hemos perdido la costumbre de verlos a simple vista) y si los señalas verás que te los respetan. Te sacarás un tremendo peso de encima cuando practiques esto y, sobre todo, te sentirás nuevamente en control y derecho a guardar y defender tus espacios, no dar explicaciones ni abrir debates públicos sobre lo que no quieras.
Tienes derecho a tu intimidad. Aun en esta era de la súper exposición.
¿Encuentras esta herramienta sencilla y útil? ¡Cuéntame aquí abajo en los comentarios del blog! y…
¡Me alegrarías si la compartes!