Santorini es tan imponente que corta la respiración y quiero contarte una experiencia que también me dejó sin aliento de lo extraña que fue.
Desde los altos de sus riscos se pierde el horizonte inmenso del mar Egeo y sientes como si no tuvieras ojos para verlo todo.
Voy a decirte algo que suena muy loco, pero lo diré igual.
Arriba, parada en la cima, con la isla y sus ciudades a kilómetros bajo mis pies y el mar extendiéndose grandioso, sentí que ya he estado aquí.
Parada aquí mismo observando miles de barcos de vela y remos con colores ocres y formas geométricas en los lados que, aun siendo tantos, se ven tan pequeños desde esta altura.
Siento que este viento azotó ya antes mi rostro y alborotó mi pelo.
Siento que este azul infinito ya se ha perdido miles de veces en mis ojos.
Siento que cada rojo caer del sol sobre el Egeo es una memoria repetida.
Siento que la falda volando pegada a mis piernas desde estas cumbres, es hogar.
Siento que un pedazo de mi ya pertenecía aquí antes de que hubiera casas blancas.
Y siento que estuve en ese mismo punto abrazada a un niño que cuelga con sus piernas en mi cintura mirando al infinito.
De donde sea que viene este recuerdo también viene una sensación de tener que mirar siempre el mar y no perder de vista un horizonte que se guarda una amenaza.
De algún modo siento que yo, siendo y sin ser yo al mismo tiempo, ya ha mirado mis pies en estas escaleras y visto este mar, estas islas y estas rocas mucho, muchísimo tiempo antes de hoy en este mismo lugar.
Loco, muy loco, ya sé…
Y este sueño despierto o recuerdo ancestral lo senti aquí, en la cima de la antigua ciudad de Thera existente 300 años A.C.
En fin, de estos días en Santorini me llevo la inmensa perspectiva que te ofrece siempre la isla.
Una perspectiva casi infinita que da una increíble paz.
Y es que…
¿cuántas veces no quedamos atrapados en el correr del día a día viviendo casi en reacción inmediata a lo que nos ocurre?
¿Cuántas veces nuestro horizonte está aun paso de distancia y no encontramos como detenernos para ver más allá?
Todo parece tan inmediato, tan urgente, tan grave, tan grande y tan de ahora.
Mientras, aquí todo es calma y silencio blanco y azul roto de vez en cuando por el ladrido de un perro a la distancia.
Como si la isla entera conspirara para crear un espacio de contemplación.
La prisa, la inmediatez, la preocupación por lo pequeño, no caben aquí.
Tal vez lo traes en el ferry, y aun lo agarras en la agitación de todo puerto pero, a medida que subes, va quedándose atrás. Poco a poco, así como cuando vas soltando peso para poder seguir el paso.
Ya cuando estás arriba te das cuenta que era peso muerto.
Que no importa dejarlo atrás.
Que no era tan grande, ni tan urgente, ni tan sobrecogedor.
Esto me llevo:
El llamado a incluir nuevamente la meditación, que he tenido algo olvidada, y regresar en ella a la cima de la ciudad sagrada ancestral de Thera de desde donde todo se pone en perspectiva y se coloca en su justo tamaño y, desde donde ya contemplé este mar y este cielo en otro tiempo, en otra era, cuando yo ya viví aquí.
Si quieres también incluir unos minutos de meditación aquí te comparto MI MEDITACION CORTA Y GUIADA que dura quince minutos y te ayudara a cambiar por completo la energía con la que inicias el día.
¿Has tenido experiencias así?
¿Que llegas a un lugar por primera vez pero sientes que ya lo reconoces?
Me va a encantar que me las cuentes para no sentirme tan extraña…
Te incluyo algunas fotos de mi viaje por Santorini
Un abrazo, p.-
Hola Paola
Muy lindo tu relato de Santorini y te creo que lo que sentiste es muy real.
A mí me pasò en Moscù. Creo que ya viví allí antes. La primera y ùnica vez que fui en esta vida me sentí como en casa, no podía parar de mirar la Catedral de San Basilio, Me tenía hipnotizada. Y el colmo fue cuando en el city tour con todos los letreros de las calles y nombres de edificios en ruso, mi esposo en son de burla al pasar por un edificio me pregunta: y ese edificio a la izquierda que es? Y yo sin pensarlo de inmediato le dije: esa es la biblioteca. A los pocos minutos la guía dice y a la izquierda ese edificio es la biblioteca.
Imaginas como quedè? Allí aumentò mi certeza de mi relaciòn antigua con Moscù. Te aclaro que eso no lo sentí ni en San Petersburgo ni en otra ciudad rusa..
Saludos cariñosos
Hola Julie, gracias por compartirmelo, es extraño y fascinante cuando estas en un sitio y tienes certeza de que ya has estado allí y llevado una vida.
Millón de gracias por compartirme tu experiencia, un abrazo, p.-
Hola Julie, en el 2014 viaje a Machu pichu y dentro del recorrido realizamos un viaje de Cusco a ollanta en auto, semejante carretera en medio de valles, cordilleras y atardeceres me hizo sentir parte del paisaje. Me sentí como en casa. Fue una conexión única desde el. Principio y parecía que cada brisa, rostro, casa, camino, y piedras fueran parte de todo mi ser. Definitivamente existen en el. Corazón lugares que no olvidamos, no estoy segura si viví ahí pero lo q si puedo decirte es que fue lo más cercano al cielo.
QUe linda experiencia Mónica, gracias por compartirmela, un abrazo, p.-
Hola. A mí me pasó en Jerusalén. Desde el Monte de los Olivos cuando divisé la ciudad, sentí y supe que por fin había regresado. Entre las estrechas calles y el olor pude visualizar los caminos de otro tiempo de la ciudad y verme recostada de una gran roca mientras un tumulto de gente seguía a un líder. Era mi primera vez en ese lugar. Y desde entonces mi alma ansía regresar y volver s sentir esa sensación de estar en casa.
Hola Thatiana, ¿verdad que es como loco? Reconocer un lugar que no conoces y sentirte que una inmensa certeza de que ya has vivido allí.
gracias por compartirme que te pasó algo similar,