Viernes 27 de mayo en la noche, tarde me encontraba escribiéndole un email a Jennifer Eatwell, quien fuera mi “hermana” de intercambio en Oregon hace 23 años y que recientemente gracias al internet nos habíamos reencontrado. Mire el reloj y ya eran como las once de la noche, ¡que cansancio! Decidí irme a la cama a dormir profundo. Ya en la cama comienzo a sentir contracciones, pienso “¡hum! Qué cansada que estoy que hasta contracciones me están dando, seguro ahorita se me pasan y me duermo”. Pero nada de que se pasaban, es más como que se iban poniendo más fuertecitas y regulares… Voy al baño y vuelvo a sentir otra contracción y ¡zas! Un cae un charquito de agua al piso. “¡ups! Esto de la incontingencia urinaria es un plomo”Pienso… Otra contracción y otro charquito… “Esto no es pipis”… Miré el reloj, 11:27… “estoy de parto y a menos que este bebe nazca en los próximos cinco minutos va a nacer el 28 de mayo, justo el mismo día en que nació Mar tres años atrás”.
“Darío…” Mi esposo dormía profundo, “Darío…” nada, estaba como un troco… “¡¡DARIO!!”, “¿ah? ¿Qué pasó?”, “Rompí fuentes”… Ahí quedó el pobre pegado al abanico del techo para alistarse en un segundo y empezar a dar vueltas alrededor mío “¡la maleta! ¡No está hecha la maleta!”. Primero tuve que bajarle las revoluciones, esto no era una película en que el niño comienza a salir en menos de diez minutos. Hicimos la maleta basados en la lista que subí aquí hacía varios días. Llamé a mi madre que bajara puesto que la nana no estaba en casa y Mar no se podía quedar sola. Nos dirigimos para el hospital y cuando le comenté a Darío que se veía un poco zombi y confesó haberse tomado DOS pastillas para dormir poco tiempo antes por lo que el bastante embobado y le pesaban los ojos y hasta la lengua para hablar. Finalmente decidimos que él regresaría a casa a estar pendiente de Mar y mi madre vendría para el hospital hasta que realmente la cosa entrara en acción.
Del susto que estaba de parto, al llegar al hospital se me pararon todos los síntomas, sin embargo como había roto fuentes ahí me dejaron porque a más tardar en 24 horas debería estar dando a luz. El hecho es que hasta me dormí y todo y a las seis de la mañana llegó el doctor a chequearme, llamamos a Miss Dudley y le avisamos a Caroline, Beatriz ya estaba en el hospital desde las 3am. Me dieron un cuarto de una pastillita y empezamos con la verdadera acción. Para las 10 de la mañana las contracciones comenzaron a ser más fuertes así que llamaron al doctor Malka y, como tenía tres centímetros de dilatación, me aplicó la anestesia epidural. ¡Qué diferencia! Con Mar me dejaron sufrir con unas contracciones que me hacían vomitar entre contracción y contracción por cinco horas porque no tenía la dilatación necesaria. Aquí a la tercera contracción medianamente fuerte me pusieron en estado de delicia…. Mientras mi familia estaba reunida a la espera del momento cero.
Mientras, nos enfrentábamos al “pequeño inconveniente” de que no teníamos pediatra. Mi pediatra estaba de viaje, su reemplazo se acababa de ir de viaje… Terminamos llamando a uno que ni conocía pero que habíamos oído buenas referencias al menos.
A las dos horas, el doctor Carbone me rompió fuentes, ya que la ruptura que yo tuve fue alta y por eso no había echado mucho líquido y ahora las membranas estaban frenando a Ana que empujaba por salir. Cuando se me estaba yendo el efecto de la anestesia, ya que me habían puesto la dosis de labor, comencé con contracciones fuertes y muy seguidas y me llevaron para la sala de parto. La cabeza ya asomaba y yo sentía que me partía, Malka llegó corriendo a enchutarme anestesia para parto y me puso cuanto pudo para que me hiciera efecto rápido, por lo que me quedé sin ninguna sensibilidad en las piernas que quedaron como si fueran ajenas a mí… Darío se puso el “disfraz” y entró conmigo.
A todo esto el pediatra que iba a batear de emergente no aparecía y la niña ya estaba saliendo.
A las 12:31pm cuando Ana asomó la cabeza el doctor dijo “cordón”, ella venía con el cordón alrededor del cuello, Dios sabe lo que hace cuando me la adelantó dos semanas… Solucionado eso me pidió ese último empujón que realmente es el que más cuesta. La cabeza demanda esfuerzo pero realmente son los hombros los que le ponen a uno a prueba, después sí es una sensación rarísima cuando el resto del cuerpo sale sólo resbalándose como si fuera un calamar gigante. La pusieron sobre mí un segundo y yo la encontré morada y blanca, a diferencia de Mar que lo que más me había impresionado era lo rosadita que salió. Entre el cordón al cuello y que estaba toda cubierta de la capa de cérvix la verdad que en esos primeros segundos no se vía muy bonita…
Como el pediatra seguía sin aparecer Meyer Malka y Miss Dudley la recibieron y le dieron las primeras atenciones por lo que les estaré siempre muy agradecida. Diez minutos más tarde aparecía el pediatra y Malka le hacía entrega de la niña ya llorando y medianamente limpia. Volvieron a ponerla sobre mí y entonces si la encontré bella, con su nariz respingadita y tan bonita… Ahí estaba Ana, mi Ana…