Abrió Juan Valdez Café en el mall Multiplaza y la gente era como que “¡WOW! ¡Ahora sí estamos en todas!” por lo visto ya tenemos algo así como el Louis Vuitton de los cafés.
Las primeras dos semanas hacer semejante fila no me ameritaba y, prefería caminar medio mall hasta mi cafecito Durán (donde siempre me lo hacen en su punto), que estar bandeándome de un pie a otro en la cola por media hora. Además, yo tengo que tener mucha prisa para ir por los famosos café “to go”, me gusta sentarme y tomármelo con calma, bien sea entre amigos o con mi compu-compañera y, en JV, hay unas ocho mesas muy lindas pero muy peleadas.
Imagino que para los compatriotas de Valdez, uno de esos cafecitos con la imagen del señor ensombrerado les debe de saber a hogar y gloria más que un ajiaco, porque, por la cantidad que hay, es obvio que es un punto de encuentro casi que obligatorio para los colombianos.
Hace una semana, finalmente, coincidió que pasara por allá, no hubiera fila y quedara una mesa vacía. Sentí que los astros estaban alineados y me aventuré. El precio, más caro de lo promedio pero tampoco desorbitante, eso sí, me hicieron un poco de trampa cuando pedí el café de 8oz (que suele ser la medida regular de uno mediano), la chica me cobró el más grande más rápido que volando, cuando vi el tamaño del vaso y le dije que yo no quería uno tan grande me contestó “es que el otro es de 7oz”, así que en vez de hacerme la salvedad de la onza de diferencia, como yo había dicho 8, ella me puso el de 12oz antes de darme tiempo a decir esta boca es mía.
Después de eso, por más que calienten la leche con un termómetro, estaba hirviendo y, cuando le pedí que me pusiera un poco de leche fría (con las papilas gustativas calcinadas) la chica tuvo que ir hasta donde el administrador para ver como proceder. Imagínense si se me hubiera ocurrido pedir que me cambiaran el café por el mediano, ¡sacan al mismísimo Juan de la finca!!
Lo que está claro es que Juan Valdez Café es una oficina para muchos. Más de la mitad de las mesas se llenan de gente con computadoras o en obvias reuniones de trabajo. Para bien y para mal, porque el que se reúne de negocios, o el que abre su computadora como yo, va a estar sentado en la mesa un buen rato consumiendo un café por cabeza (a mí, una vez que me instalo, sólo me saca las ganas de ir al baño).
Le di al lugar una nueva oportunidad y vine hace un par de días bien temprano para tener mesa segura y poder acabar este escrito. Mientras Multiplaza comenzaba a despertar y a abrir puertas, toda la Plaza del Sol olía a café recién molido, uno mis olores favoritos, cinco puntos a favor. Concluyo diciendo que, el café de por sí, no me pareció para tirar cohetes, bueno sí, vale, pero no lo sentí superior a otros de alrededor (por otro lado está mi cuñado que se relame como gato sólo de pensar en el espresso con leche condensada que probó, a mí, hasta en la tercera oportunidad me lo sirvieron demasiado caliente para cualquiera y demasiado fuerte para mi gusto).
En fin, granos y tostados aparte, el ambiente es relativamente agradable, poco ruido (dentro de los parámetros del mall), cómodo y con espacio prudente entre las mesas. Ahora bien, de ahí a la séptima maravilla…. Hmmm…
Que cada quien saque su conclusión…