El jueves pasado tuve mi visita de revisión donde el Doctor Pablo Durán. Con esa sonrisa que siempre tiene -que es como para pellizcarle los cachetes de lo majo y buena gente que es- me suelta:
–¿Qué es el mejor regalo que te puedo hacer hoy?
Yo que me andaba viendo el cuello desde hace días le contesto:
-Que la cicatriz me quede bonita. No, no…¡que ni se note! -no fui lo suficientemente rápida para pensar en el Cartier que me vendría de perlas porque si es por hacerme un regalo que no se quedara corto ¿no?
-¡No, mujer! que te de diga que ¡no tienes cáncer!
-¡Ah!.. Sí.. claro… -uno: menos mal que no dije nada del reloj, dos: puede ser que estuviera en negación pero yo, en mi cabecita, no tenía dudas de que todo iba a salir bien así que ni me había planteado eso y, dado el resultado, no me lo iba a poner a plantear ahora.- ¡que bueno! ¿no?… pero… que la cicatriz ni se note ¿eh?
Por lo visto el bultito no dio resultados certeros y concluyentes hasta después de muchos exámenes y, claro, ante la duda sobrevolando el doctor lo pensó y optó por sacar la tiroides y no dejarme algo en cuerpo que fuera sospechoso de cáncer. Finalmente patología confirmó que no era cáncer así que eso son ¡muy buenas noticias! No tendré que pasar por el tratamiento de yodo ni estar de chequeos a cada rato. Por otro lado ya puedo tragar sin que me duela así que por ahí, fantástico todo.
Ahora bien, lo del look… en fin, de que es un tajo, es un tajo. De que me veo algo degolladilla, me veo algo degolladilla. El doctor dice que se nota porque es muy reciente pero que en poco tiempo ni se va a ver. Dice él…
Yo he optado por ponerle buena cara y declararlo «Trè Chic», lo encuentro muy francés… muy chic… muy a lo María Antonieta…
¡¡C’est la vie!!