Hoy, hace cinco años, llegó a mi vida Mar. Para definir un antes y un después. Para quebrarme hasta los cimientos y reconstruirme a partir de lo que más me llena. Para ser madre, ser su madre.
La veo tan grande, tan alta, tan estirada, tan madura y tan señorita que no puedo creerlo. Hace tan poco salía de mí para ponerse sobre mi pecho y mirarme, y yo verme en esa mirada, y saber que el universo se había parado para volver a girar a otro ritmo, a su ritmo.
Hoy, también, hace dos años -por voluntad propia y antes de su fecha- llegó Ana. Para ser el mejor regalo de cumpleaños de su hermana. Para hacer reventar de dicha esta fecha. Para completarme y completar nuestra familia. Para enseñarme que todo lo aprendido no sirve de nada, porque cada hija es única.
Ana, sobre todo, me ha enseñado que el amor por los hijos no se divide sino que se multiplica. Que la miro y el corazón se me quiere salir del pecho, que veo a Mar y me pasa lo mismo. Que las veo juntas y simplemente se me desborda el amor por todos los poros de mi cuerpo y el mundo y mi vida tienen sentido.
He hecho muchas cosas en esta vida, unas me han definido más que otras, sin embargo, por encima de todo soy madre, soy su madre, feliz madre de dos hijas maravillosas.
Gracias Dios mío por estas dos bendiciones tan inmensas en el 28 de mayo…
Hermosas tus palabras Pao…palabras que tambien representan a muchas otras mamas y nuestro amor por nuestros cachorros. Un abrazo enorme..