La maternidad no es fácil, y sí agridulce, pero a mí me compensa cada momento. Anteriormente mi escrito por el Día de la Madre (¡yeap! siempre algo tarde) ha sido un tributo a mi madre pero, esta vez, es un tributo a mis hijas. Ser su madre me hace inmensamente feliz.
Les agradezco a mi hijas que me hayan permitido experimentar un amor que no tiene comparación, un deseo de superación incesante, un propósito de vida con un nuevo significado y un espíritu de lucha que no tiene límites.
Todos los días están llenos de pequeños retos, que llevan al reto mayor de forjarles cimientos, de darles las herramientas -sobretodo emocionales- para prepararlas para su vuelo individual. Este proceso está lleno de muchas risas -porque como mejor se enseña es a través del juego-, miles de continuas negociaciones, algunos berrinches y momentos de cariño, abrazos, besos y apapuchos que me compensan las renuncias y el agotamiento que muchas veces acarrea todo este proceso.
Cuando en la noche entro en sus cuartos y las veo dormidas (porque también ¡qué lindos se ven los hijos a lo Neruda! «…me gusta cuando callas…«) me invade un amor que, va a sonar cliché, pero es indescriptible y sale del pecho en onda expansiva por todo el cuerpo hasta llegar a punto que siento que me voy a explotar como un pop-corn.
Gracias, mis pitufas, gracias por todo lo que aprendo cada día a través vosotras. Gracias, mi vida tiene mucho más sentido porque soy su madre. Las amo…
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Además de eso este año fui la protagonista del día en mi casa. Mar me preparó un rally para ir encontrando a través de las pistas una tarjeta hecha por ella y un regalito «en cajita celeste» comprado por el papá.
Pasamos todo el día, y cuando digo todo es porque fue todo el día, en la piscina jugan
Cuando finalmente conseguí sacarlas del agua al final de la tarde, achurradas como pasitas, terminaron corriendo por el campo de golf. Y sí, me parece una perdida de césped perfecto que no sea para paseos familiares, la próxima vez llevo la canasta de picnic ¡He dicho!
Ya en la cama, con la luz apagada y un segundo antes de dormirse Mar me dijo «Mami, el Día de la Madre es el mejor día de todos…»
Hola Paola, llegue a tu blog buscando una cura para la pañalitis y me he quedado un buen rato revisando las entradas. Que maravilla encontrarte y leerte. Me reí un montón y como dices, es increíble ver como las experiencias en estos temas de maternidad -y a saber si en todos- en realidad son muy parecidas. Me encantó saber que no soy la única que siente ese tira y afloje con la niñera (a la que por cierto en cualquier momento voy a despedir), que también tiene ataques de histeria de vez en cuando (y que sabe que no le pueden durar mucho), y que aun sabiendo que la maternidad es maravillosa (también yo me he sentido a punto de explotar, con el corazón repleto de felicidad al verlos dormir) también conoce ese feeling agridulce del que hablas…. En fin, que ha sido muy grata esta coincidencia. Ojalá continúes bloqueando durante mucho tiempo más!!! Recibe un abrazo desde Lima, Perú. (Aunque yo soy Colombiana, por si acaso)
Hola Milena! Gracias por escribir. Ya ves, poco mas o menos, las mamas pasamos por lo mismo donde estemos!!
No sabes los contenta a me pone que te haya gustado el blog y que hayas tomado el tiempo dd hacermelo saber, cosas asi me hacen el dia!
Un abrazo y espero contar contigo nuevamente por aqio para compartir mas de esta aventura sin fin q es la maternidad
Gracias, p.-