7 años de matrimonio se interpusieron entre cómo debía haber terminado la noche ayer y cómo acabó.
Anoche estuvimos en el Teatro Amador en el stand up comedy de Winnie Sitton «Ron Ponche de Ras» donde como en el show anterior nos divertimos lo indecible. Por mí que hiciera uno cada dos meses.
Acomodados en primera fila entre amigos y familia llegó la primera ronda de tragos. Ahí hacen unos mojitos ex-pec-ta-cu-la-res pero, no saben a licor, así que llegó el primero y fue ¡ZAS! visto y no visto. Ordené el segundo y en cuestión de minutos ya estaba sorbiendo con la pajita el fondo del vaso y mascando azúcar. Decidí pasarme a unas cervezas que vienen en una botella con cierre como el de la legendaria Casera.
Un rato después… ¿recuerdan esos mojitos que no parecían con trago? pues vieran como pegaron apenas se mezclaron con cerveza… El show estaba buenísimo pero yo me hubiera reído igual, como una boba, así fuera en latín.
Terminado el show ahí salimos del Teatro y mientras Darío me halaba de la mano camino al auto yo le felicitaba la Navidad hasta al gato muerta de la risa. ¡Yeap! oficialmente estaba borracha, pero una borrachera divertida, y lo que más risa me daba era estar en ese estado.
Mi marido me pregunta
– ¿Estás borracha?
Obviamente, y la verdad ante todo, contesté:
– Sip, estoy en estado de delicia, jajajaja, jajajaja, jajajaja
Bien, aquí viene la conclusión: Siete años atrás, con lo contenta que estaba, declarada desinhibida y ‘con faldas y a lo loco’ , mi amorcito y yo… bueno… en ese entonces hubiéramos reescrito el panfleto ese de las 50 sombras de Grey
Ayer, siete años más tarde me mandaron a tomar dos tylenoles, beber agua, llenarme el estómago con rosca navideña y a dormir la mona…