Lo digo generalmente en tono de broma, pero es la pura verdad, esta es la relación más estable que he tenido en mi vida.
En un mundo cada vez más enfocado en uno mismo, donde parece que llega un momento en que los planetas giran alrededor de tu ombligo y las relaciones son complicadas, ella me enseñó a poner mi corazón y mi atención fuera de mi y me enseñó a querer y ser querida sin reservas en el momento en que lo necesitaba.
Hoy cumple Lola quince años y cada día le doy gracias a Dios porque está conmigo, y está bien.
Quisiera decirte que son quince primaveras pero se que son otoños. (ay, se me están aguando los ojos)
Rompiendo pronósticos aquí sigue conmigo, canosa, encorbadita, las patitas algo encogidas y bastante destentada, pero oye y ve y camina, juega, come bien, es cariñosa, cada vez más celosa de nuestro tiempo juntas y me llena el corazón cada día.
Me llena el corazón cuando me recibe al llegar y espera paciente a que salude a las niñas y luego le toque a ella.
Cuando ve que me siento a ver tele o en la compu y me pide que la suba para acostarse encima.
Cuando se deja cargar y hacer monerías por mis hijas y me mira con ojos «esto sólo lo permito por ti»
Cuando a las 10 de la noche ya empieza a buscarme y me pone cara de «ya vámonos a dormir».
Porque llevamos 15 años durmiendo juntas, las dos acurrucadas la una a la otra y pegadas compartiendo el espacio y el ritmo de la respiración y el corazón.
Quiero celebrar su cumpleaños por todo lo alto y al mismo tiempo me da un miedo terrible.
Miedo del espacio que puede dejar en mi cama, en mi corazón y sobretodo en mi vida.
A veces la miro, y le digo, «el día que te canses te puedes ir», lo digo con la boca muy pequeña, porque a veces la veo cansadita y me da por pensar que ella es capaz de ser eterna por mí. Por no dejarme. Como si ella se sintiera parte de mí, como si nos turnaremos en quien es la mamá de quien.
Hoy, esto es un tributo a ella con retajos de los que ya le he dedicado
Porque cuando mi chiquitica llegó a mi vida vino para cambiarla.
Me volví más paciente, más tolerante y menos enfocada en mí misma.
A Lola le dediqué mi primera entrada a este blog, el 8 de mayo del 2006 y ahí conté como me robó el corazón de la que aquí te rescato como llegó a mi vida y en esa entrada podrás, si quieres, ver la terrible experiencia que pasamos juntas y que nos volvió inseparables.
Nuestra historia empezó a escribirse a finales de diciembre del 2003 cuando para sorpresa de todos salí con que quería un perro, y para colmo… ¡¡un chihuahua!!
Para enteder mejor la situación tienes que visualizar a una persona vive sola, se identificaba con Carrie Bradshaw y que por 30 años dijo que por debajo de medio metro no quería saber de nada.
Ni perros, ni gatos, ni loros, ni conejos, ¡¡ni bebes!!
Que la mejor mascota es un pez, porque el día que te cansas “you just flush it!” y, de repente, ahí estaba yo en la casa de mi madre en esas conversas debajo del árbol navideño que nos damos todas desparramadas en el sofá blanco mientras mi madre dice “ciudado con esos pies tan sucios”.
La verdad que después de las risas de lo que pensaron era una broma, no le dieron a mi relación con mi can un futuro mas lejano de los dos meses.
Y ahí me fui, con anuncio de periódico en mano y mi amiga Peggy y su experiencia en la raza, que menos mal me dejé aconsejar porque si no en la primera visita me hubiera llevado un chihuahua 20%- Beagle 80%.
Y desde entonces ha sido mi compañera en todas las historias y reinvenciones de mi vida.
Me ha aguantado viajes en mi soltería donde la dejaba hasta por tres semanas en casas adoptivas, siempre buenas amigas como Gaby que ha sido su madrina tantas veces y en los cuales la llamaba casi todas las noches por teléfono, ya sé, suena de lo mas tonto ahora que lo escribo pero te juro que tenía todo el sentido para mi en ese momento.
Mi pequeña, siempre mi complice.
Mi compañera por tantas horas en el estudio de pintura y en mi restaurante La Bohème.
Se aguantó un novio que le robaba espacio en la cama y con el que, además, terminé casándome.
Viajó en una incomoda caja en el área de equipaje de una avioneta de ida y vuelta semanal a Bocas del Toro por todo el año que vivimos en la isla.
También juntas vivimos varias mudanzas, una hija, luego otra, en fin, que ha estado conmigo en todos los momentos este chorro de años juntas.
Abrazadas pasamos toda mi quimioterapia y también todos sus achaques.
Porque podemos sentirnos mutuamente.
Todavía, es el recibimiento más efusivo que me dan al llegar a casa y la que más tiempo aguanta acurrucada conmigo.
Tener una mascota no es un juguete, un capricho o una moda. Es un espacio que haces en tu vida para otro ser que te toma totalmente en serio y merece lo mismo de ti.
Hay un amor y un lazo que se forma que es increíble.
Increíble porque no sabes como es que sin decirte una palabra te entiendes.
Increíble porque sin darte un beso o un abrazo o intercambiar un «te quiero» te sabes amada.
Increíble porque un ser tan diferente a ti se siente tan parte tuya.
Si tu hijo quiere un juguete comprarle eso, un juguete nuevo, si tú compras una mascota para tu casa que lo hagas con la conciencia que recibes un nuevo hijo para brindarle hogar.
Mi Lola y yo hicimos familia mucho antes de yo formar la mía propia y seguimos siendo familia, y me encanta.
Mi Lola… mi chiquitica… ¡te quiero!
La foto de arriba es de nuestros primeros días juntas, y como la de abajo tengo miles a través de estos años, acurrucadas juntas las dos, una delicia absoluta cada día.
Feliz cumpleaños.
Y bueno, gracias por leer este tributo a mi Lola y si tienes una mascota con quien tengas una relación así me encantará que me cuentes aquí tu historia
Un abrazo, p.-