Quiero hablarte de mi padre y de nuestra relación que ha tenido sus altibajos casi como una montaña rusa. Hablarte de como tuvimos una infancia llena de juegos, una adolescencia a trompicones, una relación de adultos complicadilla para llegar hoy en día a tener una bonita relación con compañerismo y complicidad pero…
Me tiene prohibido hablar de él en el blog y menos sacar fotos suyas, lástima porque tengo unas de los setentas geniales y de los ochentas ni te cuento, pero hago uso de ésta porque ya me cedió los derechos para usarla en obras de arte así que ya me tomo la licencia completa.
Y bueno, esto del día del padre, es “LA oportunidad” que no puedo desaprovechar porque vamos, pues eso, es el día del padre, puedo hablar de mi padre ¿no?
De paso veo a Darío con mis hijas y los amigos en su rol de padre y quiero contarte porque me parece que se les pone un poco negra la cosa y que tiene su mérito como se lo toman hoy en día.
Pero, volviendo a mi padre, según sus instrucciones no te diré de las muchas cosas que me enseñó…
a nadar, montar bicicleta, ser justa y leal, comer hamburguesas, ir contra la corriente, que la honradez es un pilar de vida y que el compromiso de la palabra es inquebrantable.
¡No insistas! no te puedo contar de como, gracias a su devoción por la música, fui de las primeras personas de mi generación -ya no digamos del pueblo donde vacacionábamos en las faldas de los Pirineos- en usar un “walkman”.
Creo que fui la única niña en todo España que sabía que era el “country music” en los 80’s y que en América a los estadounidenses no se les decía yanquis sino gringos.
Me enseñó que los domingos en misa uno no da ni el sencillo y un dólar, sino billetes grandes, porque es para las obras de Dios, y se da callado, «que lo que hace tu mano izquierda no lo sepa la derecha».
Entre otras muchas cosas, también aprendí gracias a él, que tenía que llegar a ser padre para poner la música que yo quisiera en el carro y jefe para controlar en la oficina la temperatura del aire acondicionado a mi gusto.
Estas dos cosas parecen pendejadas pero no vieras la satisfacción que me da ejercerlas.
Aquí vendrían perfectas un par de fotos pero, no las pondré, porque también me enseñó la importancia del respeto y, aunque por mi lado he aprendido que una tiene un blog para escribir de lo que una le viene en gana, pues ya ves, respetaré su decisión aunque me arruine una entrada que realmente quería hacer (del estilo al tributo que le hice a mi madre por su día)
En fin, que no puedo extenderme que luego viene la llamada reglamentaria para reclamarme. Así que para él sólo diré de más que…
Te quiero papá y gracias, ¡FELIZ DIA DEL PADRE!
Y bueno, como te decía, veo al padre de mis hijas y a mi amigos y veo que ya no son los tiempos de nuestros padres y menos de nuestros abuelos. Los roles han variado. Sin parámetros de referencia, los padres de hoy, se enfrentan a unas expectativas muchas veces más que confusas.
Antes, la situación era más sencilla, las funciones eran menos y más claras. Un padre debía proveer a la casa e imponer disciplina. Todo lo demás era añadidura.
Hoy, con una mujer igualmente proveedora y unos métodos disciplinarios a prueba (porque la correa de antaño demostró aportar más taras que soluciones) a los hombres se les corrió tapete y se les lanzó al ruedo desarmados.
Así, poniéndole el pecho (a falta de más nada) se enfrentan a la paternidad.
Esperamos de ellos que sean firmes pero cariñosos. Proveedores pero presentes. Hombres y machos pero que también cambien pañales y cocinen.
Que ofrezcan calidad “Y” cantidad de tiempo. Que sepan corregir sin dejar de apoyar. Que den directrices sin imponerse.
Que pongan límites sin ser castrantes. Que enseñen a desenvolverse y aprovechar las oportunidades sin faltar a los valores. Que defiendan pero dejen experimentar.
Que sean el arco protector y el hombro para las lágrimas. Que sean el padre, el mentor y el amigo.
En fin, que la tienen negra.
(Y bueno, las mujeres nos enfrentamos más o menos a lo mismo pero ya llevamos más años de adaptación y, aunque se nos alivia algo que lo compartimos con las amigas, los libros de autoayuda, la psicóloga y los nuevos “parenting coaches”, no nos igualan en el sentimiento de culpa)
Merecen su día y sus regalos por ese esfuerzo y desempeño en esta tarea faraónica y enigmática.
En especial para todos esos padres que lo logran o, al menos, se dejan el pellejo en el intento. A fin de cuentas la paternidad está en constante evolución y metamorfosis y, apenas piensen que se saben las respuestas, les cambiarán las preguntas.
Lo maravilloso:
Cuando se hace bien, o lo mejor posible, esos niños y adolescentes se convierten en hombres y mujeres con una salud emocional sana que se convertirá en su mejor herramienta para enfrentar el mundo y cuando se caigan, que lo harán, sabrán levantarse y seguir adelante.
Este es el nuevo rol del padre: formar hijos que tendrán el valor, las ganas y la confianza de abandonar el nido porque sabrán que, por más lejos que vuelen, ahí estará siempre, abierto para que recuperen fuerzas, reciban apoyo o una palabra de aliento (Vamos, que no se acaba nunca).
Hoy en día, hay que ser padre que cree relaciones afectivas sólidas y permanentes con los hijos. Que de los instrumentos, incentive y apoye la independencia pero sin el desarraigo.
Y esos padres pueden ser biológicos, adoptivos, voluntarios, asumidos y muchas veces son abuelos o madres que son padres también. Así que en vez de decir “Feliz día del Padre” diré…
¡¡FELIZ DIA A TODOS LOS QUE EJERCEN LA PATERNIDAD!!
Incluyendo a Darío, un buen padre para mis hijas…
Y tú ¿Qué opinas que hace de un hombre un buen padre?
¿Cuáles son los mejores recuerdos y enseñanzas que guardas de tu padre?
¡Que disfrutes este día!
Un abrazo, p.-